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La violencia, mayo de 2022, Madrid.

Testimonio de Pilar Vivó Murciano

La violencia, ser instrumento de reconciliación

Este es un taller sobre lo duro, lo difícil, y sobre lo que no queremos ver. Así empieza nuestra Maestra. Y en realidad, así hemos empezado todos nosotros desde que la idea de inscribirnos nos ronda la decisión de hacerlo. Hemos empezado a trabajar desde ese preciso momento, venciendo todas las resistencias que nos acechan. Y allí estamos todos juntos por fin, sabiendo que por las rendijas de la oscuridad,  y gracias a ella, se filtrará a raudales, la Luz.

El taller trascurre entre las explicaciones de nuestra queridísima Maestra Brigitte, los ejercicios en pequeños grupos confiados al campo, y las constelaciones. Siempre me admira el nivel de conciencia y vibración de los compañeros y compañeras asistentes. Respetuosos en grado máximo. Carentes de juicio, abiertos a todo tal y como es . Seres de Luz que acuden a la fuente desde distintos rincones del planeta. Me asombra siempre esta increíble compañía. Gracias infinitas a todos por existir.

Violencia. Siempre detrás de ella el dolor. Un dolor de amor herido que se necesitará más a sí mismo para sanar. Detrás de la violencia encontraremos lealtades invisibles a los nuestros, frente a otros que creemos que no lo son. Hasta que al final del proceso, vemos que todos somos uno, que no hay un nosotros frente a nada, que todos formamos parte de lo UNO, al servicio de los saltos cuánticos, al servicio de la reconciliación y al servicio del crecimiento común de la humanidad, muchas veces turbulenta, otras tantas, increíblemente bondadosa y divina.  La violencia, esa viuda vengativa y oscura que va triste y resentida al entierro de su amado, tras el féretro de su pérdida alberga la esperanza de hallarse de nuevo con lo que parece su opuesto, para transformarse en algo más grande y nuevo.

Victima, Salvador, Perpetrador. Triangulo de juego dramático en el que participamos tan a menudo como a menudo estamos en estado Padre o en el estado Niño. Juego que abandonamos cada vez que nos posicionamos en el Adulto. Si se me ocurre que es buena idea quedarme en la víctima, tan socialmente aceptada, o en el salvador que tan de buena reputación goza, estoy llamando la puerta del perpetrador. Ese que no quiero ser y al que los demás acusarán. No me gusta el papel, a nadie nos gusta ser perpetrador, aunque a algunos les pueda parecer que sí.

Solución: No jugar. No juzgar. Aceptar que todo esto, incluido el juego en el que a veces, inevitablemente participo yo también, esta al servicio del destino colectivo. Del mío y del de otros. Del nuestro.  Siempre me fascina también, la extraordinaria capacidad de Brigitte para integrar modelos terapéuticos. Mi mente científica como psicóloga necesita de esa capacidad integradora de lo que tan comúnmente se interpreta excluyente. Abrirse a algo más grande, un gran ejercicio de humildad tan necesario para los que nos dedicamos a la profesión de la ayuda. Infinitas gracias Brigitte e Ignacio por fundar una comunidad en la que poder rendirnos una y otra vez a esta práctica.

Violencia, lo esencial. Lo esencial de la violencia es que es amor desordenado, que cobra todo el sentido cuando vemos lo más difícil de aceptar sin juicio ni moral. Victima y Perpetrador están al servicio de la reconciliación. Ambos, porque nadie elije ser perpetrador.

La agresión es necesaria. Si. Sin ella, no podríamos masticar, ni defendernos, ni protegernos. La agresión puntual y presente frente a lo que ocurre justo en ese momento. Ese daño que hago para mi propia supervivencia, en su justa medida, en su justo momento, y que desaparece cuando desaparece el peligro. El trauma ocurre cuando esa agresión justa y necesaria no encuentra salida y solo queda el bloqueo o la huida permanente.

La violencia como agresión continuada, es otra cosa; viene y se mantiene por el pasado, tratando de compensar un daño a veces muy lejano que trata de ajustar cuentas y equilibrar balanzas. Podemos ver cuanto dolor repetido hay detrás, cuantas víctimas, perpetradores y salvadores han estado participando de este juego aparentemente infinito. En medio de tanta oscuridad, y precisamente gracias a ella, se hace espacio la Luz, cuando aparece el respeto a todo lo que fue necesario, la aceptación a todo como es y como ha sido, la gratitud por todos los que han participado en el tablero del conflicto sostenido con total independencia de su rol, al servicio justamente de mi mirada y de la mirada compasiva de otros muchos, y cuando el AMOR, que es la energía vibratoria esencial que conforma todo lo que existe, trae consigo la PAZ.  Detrás del conflicto la Paz, detrás de la Violencia, el AMOR. Detrás y delante, en realidad.

Yo también he hecho daño. Todos somos perpetradores. Yo también tengo víctimas. Soy tu víctima y tú la mía. Te veo, te reconozco, veo el daño que te he hecho, elijo reparar. Esto es una elección consciente, necesita de una decisión nítida y adulta. Y la gratitud, siempre presente, porque gracias a ti, seas quien seas, seas mi victima o yo la tuya, me has hecho crecer. Gracias. Eres mi maestro.

El AMOR reconcilia a la víctima con el perpetrador. Ambos están al servicio de esa reconciliación. Aunque a veces no lo entendamos. Aunque a veces no podamos verlo. Así es. El AMOR está llenando todos los espacios y necesita que tomemos más de Él. Aquí lo podemos dejar.  Así termina nuestra última constelación grupal donde la Gratitud, el SÍ, el Respeto, la Reconciliación, y el Amor integran todo lo que ocurrió y abren paso a una vida más plena en evolución constante.

Y así termina nuestro trabajo. Que en realidad, no termina porque sigue en movimiento en la dinámica de cada uno de nosotros en su vida cotidiana, y en todos a la vez, porque seguimos juntos en resonancia.

Gracias Brigitte por tu extraordinaria misión, Gracias Ignacio por tu extraordinaria misión. Gracias Gema, Marta, Rosana, Gracias Luis y Oscar. Gracias INCONSFA. Y Gracias a todos mis extraordinarios compañeros de camino. Os amo.

Y gracias a todos los que me habéis hecho daño, me habéis hecho crecer. Y a todas mis víctimas. Me habéis hecho crecer. Elijo reparar y hacer algo bueno con la vida que me toca.

¡Gracias ¡.

Y nos vamos a la vida, más completos, más plenos, más guapos, más vivos.