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Constelación coronavirus

Texto escrito por Brigitte Champetier de Ribes

Texto

El día de la mujer


Todo el universo está hecho de polaridades que al integrarse forman un fenómeno completo y dan lugar a un salto cuántico; algo nuevo se forma que incluye todo lo anterior en una frecuencia superior.

Femenino y masculino no tienen sentido en sí, ni sentido ni fuerza, sino que son las dos partes de una entidad superior, el ser humano.

Lo podemos observar tanto a nivel social como a nivel biológico.

A nivel social, la mitad de los seres humanos son de un género, la otra mitad, del otro. Estas dos polaridades se necesitan y se complementan la una a la otra.

Cada sexo necesita vivir su identidad para ofrecerla con toda su riqueza y especificidad al otro sexo, que sea en la pareja, en el trabajo, en la amistad. Cuando se juntan, cada sexo resuena con el otro y se transforma integrando inconscientemente las diferencias.

Estar alternativamente juntos y separados, hombres y mujeres, desde el respeto a la diferencia, permite que la esencia de cada uno se amplíe y alcance un nivel superior de humanización.

Un fenómeno completo es el resultado de la reconciliación o fusión de dos polaridades. Todo exceso de una polaridad crea la polaridad contraria para que se pueda volver a la armonía. En constelaciones lo sabemos, la fuerza de la compensación entre dar y recibir está continuamente en acción para equilibrar las diferencias.

Las mujeres y los hombres por separado no tienen fuerza; la agitación o la violencia son los sustitutos de la fuerza. Y mientras estas dos polaridades se excluyen mutuamente, mientras los hombres y las mujeres se tienen miedo o luchan en rivalidad de poder, pierden su energía. Las polaridades que se excluyen pierden su autonomía y su fuerza. Pues su energía ha sido entregada al conflicto que mantiene el enfrentamiento entre los dos opuestos, los individuos de cada bando se encuentran totalmente manipulados por grandes poderes ocultos.

Nuestra fuerza nos viene de decidir vivir nuestra autonomía adulta, sin entregar nuestro poder a nadie, a ninguna presión colectiva, integrando al otro como diferente y tan perteneciente como nosotros.

La mayor fuerza viene de la reconciliación entre los polos más opuestos. Y lo más diferente en la vida es un hombre y una mujer, lo más difícil de comprender para un hombre es una mujer, y lo más difícil de comprender para una mujer es un hombre. Cuando la mujer respeta al hombre y le agradece ser exactamente como es y el hombre respeta a la mujer y le agradece ser como es, esta mujer y este hombre son personas completas que irradian paz, fuerza y alegría de vivir.

En el aspecto biológico, cada hemisferio cerebral recoge una polaridad humana: el hemisferio izquierdo (1) contiene lo masculino o paterno, el presente, lo temporal y el pensamiento lógico; el hemisferio derecho (2), lo femenino o materno, el pasado, lo espacial, la visión global y la percepción de las intenciones. La mayor y más creativa actividad cerebral se desarrolla cuando armonizamos los dos hemisferios cerebrales, especialmente en meditación o al vivir en el amor. Esto significa que en ese momento hemos fusionado internamente nuestra parte masculina con nuestra parte femenina.

Un hombre y una mujer se fusionan engendrando una criatura que estará formada por los cromosomas por igual de cada uno de sus padres. Para que esta persona se sienta bien consigo misma necesita querer por igual a sus progenitores ya que está hecha de ellos, que los conozca o no.

Querer a la madre y al padre por igual, tenerlos respeto y agradecimiento a los dos por igual, independientemente de lo que haya pasado, nos permite sintonizar con nuestra vida y con el mundo. La condición para tener autoestima y ser capaz de realizarnos es ver de la misma manera a nuestro padre y nuestra madre, viéndolos como una unidad. Es la condición para vivir plenamente nuestra vida, que seamos hombre o mujer.

El ser humano es masculino y femenino desde el principio. Su humanidad será máxima cuando se haya fusionado con su parte femenina y su parte masculina, que sea hombre o mujer.

Curiosamente podemos observar hoy que algunos hombres no saben muy bien qué hacer con su parte masculina ni cómo asumirla sin ser criticados, y algunas mujeres se sienten incómodas con su parte femenina, cuando no la rechazan del todo.

El día de la mujer nos solidariza con el calvario que muchas mujeres de todas las partes del mundo sufren a lo largo de sus vidas, por ser mujer.

Necesitan nuestra mirada de amor para con su dolor y agradecimiento por su supervivencia y participación en el proyecto global de la vida. Necesitan también que rompamos la dinámica de exclusión en la que están presas; necesitan que incluyamos a todos, mujeres y hombres, en esa mirada de amor, si queremos que nuestra solidaridad tenga una resonancia efectiva.

 El siglo XX permitió poner a la luz las condiciones de vida de extrema dureza de muchas mujeres en el mundo. La invisibilidad de la mujer ha terminado y con ello la invisibilidad del trato vejatorio y de las torturas ejercidas con total impunidad en nombre del orden social y religioso.

El movimiento de conciencia y de transformación tiene ya hitos esperanzadores. Como muestra, los grupos de abuelas que recorren el África negra para trasmitir su renuncia  a ser el instrumento de la mutilación sexual de sus nietas en pos del desarrollo de la nueva sociedad africana.

En Occidente, podemos ver un movimiento nacido durante la segunda parte del siglo XX, fruto del feminismo de finales del siglo XIX, de las tomas de conciencia y transformaciones posteriores a las dos guerras mundiales y de la explosión social y emocional surgida a partir de 1968. Quizás por primera vez en la humanidad, estamos viviendo un movimiento, silencioso, profundo, muy extendido y en plena expansión, de reconocimiento mutuo entre hombres y mujeres, en el que nos miramos de igual a igual con respeto y amor.

También existen movimientos ruidosos de rencor, victimismos, manipulación y rivalidad de poder. Todo está bien, cada uno está en la etapa que le corresponde a él y a su sistema familiar, a él y al colectivo al que pertenece. Todos en evolución.

Podemos elegir.

Podemos ir hacia menos restando, viviendo el ser mujer como exclusión de lo masculino o ir hacia más sumando, viviendo el ser mujer en comunidad de destino con el ser hombre.

El día de la mujer es el día de la mujer y el hombre, el día de la humanidad.

Brigitte Champetier de Ribes
5 de marzo de 2018

(1) Dirige, en cruzado, todo el lado derecho del cuerpo.

(2) Dirige, en cruzado, todo el lado izquierdo del cuerpo.

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